miércoles, 23 de septiembre de 2015

Los Moriscos y los Andalusíes

Felipe III, quien, cediendo a las incitaciones de los arzobispos de Valencia y Toledo, ordenó la expulsión definitiva de los moriscos de toda España, en virtud del decreto de 22 de septiembre de 1609.

Comienza así una migración masiva de cientos de miles de andalusíes, durante este año y durante los años siguientes, hacia los puertos del Mediterráneo. El grueso de esta transferencia humana se dirigió hacia el Magreb, en particular a Túnez que acogió el mayor número de moriscos, gracias a una política favorable por parte de los otomanos, detentadores del poder en esa época.

Se apellidan Loubaris (de Olivares), Bargachi (de Vargas) Buano (de Bueno), Sordo, Denia, Lucas... y constituyen cientos de familias en Tetuán, en Rabat y en Fez, las ciudades de Marruecos donde fueron acogidos tras su expulsión y donde se convirtieron pronto en la «aristocracia» urbana. Estos marroquíes de origen morisco han prestado mucha atención a la reciente decisión del Gobierno español de conceder la nacionalidad española a los judíos sefardíes (expulsados también de España en el siglo XV) y piden que España tenga también gestos como para con los moriscos. En Marruecos hay 5 millones de ellos.

En Tombuctú se encuentra la Biblioteca Andalusí (considerado el principal centro de documentación andalusí fuera de España), también conocida como Fondo Kati, que reúne unos 3.000 volúmenes de libros y documentos pertenecientes, en buena parte, a moriscos españoles que, por una serie de circunstancias, terminaron asentándose en la Curva del Níger entre los siglos XIV y XVI.

Hasta Tombuctú, la evocada “Perla del Níger” en África subsahariana llegaron andalusíes  ilustres como: Abou Ishaq´es Saheli Al-Touedjin , el poeta y arquitecto granadino que por encargo del emperador Kakan Moussa en 1325 dirigió la construcción del palacio real y de la gran mezquita de Djingareyber. Tras él atravesando el desierto consiguieron llegar hasta Tombuctú otros andalusíes. En 1440 lo hizo el santo Sidi Yahiya Al-Tudeli  Al-Andalousi , que falleció en 1470, su tumba es uno de los lugares más venerados de la ciudad maliense. A la ciudad africana de Tombuctú en las orillas del rio Níger llego procedente de Toledo, Ali B. Ziyad Al-Quti (el Godo) , padre de Alfa Mahmoud Kati, ilustre escritor andalusí. Kati es una posterior evolución de Quti.

Moriscos dejando España

La influencia de los moriscos españoles no sólo se localiza en países árabes como Marruecos, Argelia o Túnez, sino que llegó al África Subsahariana, a países actuales como Nigeria, Malí o Senegal.

En octubre de 1590 el supuesto morisco Yuder Pachá, al servicio del sultán de Marruecos Ahmed al-Mansur, atravesó el Sahara y logró adueñarse de la legendaria Tombuctú, capital del imperio songhay (actual Malí).

Yuder Pachá, al frente de un ejército "que hablaba castellano y valenciano", formado por 1500 jinetes ligeros y 2500 infantes, derrotó en marzo de 1591 al comandante songhay Askia Ishag en la batalla de Tondibí, cerca de Gao, precipitando el colapso del imperio songhay.

Los songhay llamaron a los invasores "alarmas", porque en el ataque gritaban "¡Al arma, a las armas!". 

Los Moriscos, junto con cristianos renegados, conquistaron en nombre del sultán de Marrakech la Curva del Níger. La lengua oficial de la expedición no era otra que el español. Los descendientes de los conquistadores moriscos y marroquíes son los Songhay de Gao, Burem, Bamba, Tombuctú, Gundam y Mopti, llamados arma. Los moriscos consiguieron las mejores tierras del valle del Níger, mientras que los pocos elementos moriscos que pervivieron fueron relegados  relegados a zonas apartadas de las vías comerciales situadas entre el Níger y la región saheliana. Estos moriscos, heterodoxos para todos, serían utilizados como colonos rurales, pero, sobre todo, como escudos humanos entre las urbes importantes del pachalato y las poblaciones nativas, como un freno a su expansión.

Los armas, mezclados con las poblaciones locales, constituyeron una élite cuya influencia se irradió hacia Burkina Faso, Benín, Níger, Senegal, Guinea y Ghana.

Los "armas", al igual que la otras comunidades de la Curva, se ven sometidos a la política de disgregación étnica que promueve el gobierno de Bamalco, controlado por la etnia Bambara. Antes de la independencia, los franceses también intentaron socavar sus señas de identidad, saquearon sus casas y robaron los escudos, los cañones, las pistolas, las banderas, que ahora se encuentran repartida por los museos de París, Centro Europa, Este de Europa o Estados Unidos. Pero si los franceses no lo consiguieron del todo, ahora las autoridades malienses parecen decididas a culminar el proceso. 

La ciudad de Gao es la segunda ciudad en importancia, después de Tombuctú, en la que se asienta la comunidad andaluza. También los "armas" hacen denodados esfuerzos por conservar algunas expresiones de origen y palabras como "alcaide", "alfalfa", "alpargata" , "albornoz", "garrafa", "ámbar', "alfombra", todas ellas procedentes del castellano que hablaban sus antepasados cuando llegaron a la Curva, idioma éste que a su vez las tomó del árabe. Algunas de estas palabras han sido asimiladas por la lengua songhai, con las lógicas distorsiones. Y son los miembros más ancianos de la comunidad quienes todavía saben contar hasta diez en castellano. Las nuevas generaciones sólo conocen el francés. No obstante, en el prestigioso Centro Cultural Ahmed Babá de Tombuctú se recopilan numerosos documentos escritos en árabe y castellano antiguo en los que se recoge el origen y la evolución de los "armas".

Se tiene por cierto que en octubre de 1590 un "ejército que hablaba castellano y valenciano, compuesto por 4.000 granadinos, 500 europeos, 60 cristianos, 1.500 caballeros árabes y 1.000 auxiliares camelleros", partió de Marrakech y cruzó el desierto del Sáhara portando por primera vez cañones, arcabuces y caballos, en busca de un sueño: fundar un nuevo Al-Andalus a orillas del río Níger. Iba al mando el Pachá Yuder, un hombre de ojos azules y nacido en el pueblo almeriense de Cuevas de Alamanzora con el nombre de Diego de Guevara. Expulsado de España, llegó a Marrakech, donde el sultán Al Manssur le nombró primero caíd de dicha ciudad y después pachá de su ejército gracias a su habilidad como militar. Tras un durísimo viaje, durante el que perecieron dos terceras partes de los hombres, Pachá Yuder y su mermado ejército vencieron a las huestes del reino de Songhay el 13 de mazo de 1591 en Tondibi (Mali), muy cerca del río Níger. Algunos historiadores aseguran que los shongay llamaron a los invasores "alarma" porque, cuando les atacaban, ellos gritaban "¡Al arma!". Otros opinan que el apodo procede del hecho de que fueran los primeros guerreros que usaban armas de fuego en esa parte de África.

Aunque intentaron proseguir su camino hacia el sur, Pachá Yuder y sus soldados se tropezaron con los terrenos pantanosos de lo que ahora es Burkina Faso, por lo que decidieron regresar a Tombuctú, donde se instalaron. En esta ciudad los altos mandos se casaron con las princesas de la dinastía shongay y los soldados con las plebeyas, formando así la dinastía y la casta de los Arma. De 1591 a 1618 los Arma gobernaron aquellos territorios de la curva del Níger por delegación del sultán de Marrakech y con capital en Tombuctú. En 1618 lograron independizarse y gobernaron hasta 1737, en que fueron vencidos por los tuareg en la batalla de Taya. El área de influencia de los arma irradió hacia lugares vecinos: Burkina Faso, Benín, Níger, Senegal, norte de Nigeria, Guinea y Ghana.

Los Esteve negros
Donde hay familias que todavía hoy se apellidan Esteve, Seguí, Montcho, Gantcho, Bonagana, Massa, Amat, Ayelo, Castellá, Davo, Massia, Tormo, Mora, Bandera, Guerra, Gómez, Sastre, Abad, Mollá, Moya, Pereghi, Sap, Aguilar, Diaz, León, Mansilla, Médrid, Mena, Perez, Pina, Rodríguez, ToroÉ, y así hasta más de 300 apellidos que encontró Llorens en esa parte de África. El jueves 27 de noviembre de 2003 apareció en el diario beninés Le Matin una noticia sobre una cantante llamada Ayelo Castalla. Y un miembro de la familia Esteve, Philipe, beninés y propietario de un taller de reparación de bombas de inyección de motores diesel, negro como el tizón, como sus hijos y nietos, como sus padres y abuelos, le contó una tarde a Llorens la leyenda que, transmitida oralmente de generación en generación (a él se la contó su padre, que se llamaba Salustiano), asegura que sus antepasados fueron un día blancos, "venidos del norte, de más allá del desierto, del otro lado del mar".

Las familias Arma tienen sus apellidos unidos al oficio o cargo político que desarrollan en la sociedad. Así, los Touré son jefes, los Mandés son los servidores (los mandados), los Konta son los pescadores del río Níger que nunca han pesado los peces, sino que los cuentan, los Karabenta se dedican a vender el pescado. Además de los Kazaré, Marka, Bobos, otras estirpes armas con eco valenciano son los Barber y los Sembla.


Muchas costumbres de los actuales Arma (unas 10.000 familias) nos hablan de su pasado español y valenciano: su arroz (mucho más importante en su dieta y en su gastronomía que en las de los pueblos vecinos) es redondo y corto (del tipo bomba); sus panes tienen forma redonda y les hacen dos cortes en cruz; no usan sables curvados sino espadas rectas de estilo toledano; marcan sus ganados al estilo hispano (al fuego); las puertas de sus casas tienen formas andalusíes y, en las señoriales de Gao y Tombuctú (con soportales de piedra) se pueden encontrar escudos heráldicos semejantes a los españoles, no siendo pocos los que tienen como fondo una cruz.

El castellano y el valenciano se siguió hablando en Tombuctú y en el área de influencia de los arma durante muchos años. La última referencia histórica se encuentra en una carta enviada por el sultán marroquí al pachá de Tombuctú escrita en español. Todavía hoy muchos armas hacen sus cuentas en castellano y tienen en su vocabulario palabras castellanas y valencianas con el mismo significado con el que las conocemos nosotros: alcalde, alfalfa, alpargata, albornoz, garrafa, ámbar, alfombra, bakora, bonet, dacsa, intelligentsia, net, sabata, sabó, saya, má (Llorens apunta: "Era costumbre valenciana decir a los niños pequeños sedientos: "Vols má?" (¿Quieres agua?). En la orilla del lago Faguibin se encuentra el poblado Arma de Ras el-Má (literalmente "A ras del agua"), habitado por las familias Abad y Tormoz"). Entre las mujeres arma, informa el ex vicecónsul honorario español en Benín, abunda el apelativo cariñoso español Nena (Nana) y en algunos otros casos el de Enana.

Con la fundación de la ciudad de Orán el año 903 por marinos andalusíes las relaciones entre ambas orillas del Mediterráneo contaban con una nueva salida marítima en tierras argelinas. La ciudad se convertirá pronto en una importante zona mercantil. Orán empezará a recibir una afluencia constante de nuevos pobladores y serán corrientes los matrimonios mixtos entre árabes-musulmanes y cristianas. Más de 50.000 andalusíes, principalmente originarios de Córdoba, encontrarán refugio en la ciudad argelina.

Mucho antes de la llegada de los andalusíes a la curva del río Níger, los africanos negros del Sahel (Malí, Senegal, Mauritania, etc.) ya habían llegado a las orillas del río Ebro. “Los lanceros de Sudán (actual Malí, Senegal etc.), guerreros negros protegidos con escudos hechos de piel de hipopótamo y de buey, que tenían llamativos colores...” 

Las únicas referencia que he encontrado de que los africanos hayan cambiado los apellidos a los descendientes de aquellos extranjeros, son los descendientes del andalusí Hassan FERRER que a su muerte se les conocería con el apellido LALUYI (ULUJ o ULUY que significa renegado)17 y los considerados como descendientes del Pacha Djouder a los que actualmente se les conoce con el apellido TOURÉ.

Abderramán III (Córdoba, 891), Averroes (Córdoba, 1126) o el judío Maimónides (Córdoba, 1135) son tan hispanos como Séneca(Córdoba, 4 a.C.).

En su gran mayoría los moriscos no hablan español, pero varios centenares de familias en Fez, Rabat o Tánger sí conservan tradiciones musicales, culinarias y arquitectónicas de la España que dejaron. Por su proximidad geográfica con España conocen a veces mejor el país de sus antepasados que los sefardíes de Estambul o Los Ángeles. Por sorprendente que parezca esta doble vara de medir del Ejecutivo español apenas ha suscitado reprobación en el mundo árabe.

Los moriscos tunecinos se consideran los herederos de la cultura de Al-Ándalus y luchan por preservarla. Durante siglos, han rechazado mezclarse con la población autóctona del país para tratar de conservar su modo de vida, su comportamiento doméstico o su gastronomía, que, a través de los siglos, se han transmitido unos a otros de manera oral. El médico retirado Mohamed Lakhoua se lo explicó así a Castilla. "Yo soy descendiente de andalusíes. Así me lo hicieron ver desde pequeño mis abuelos y mis padres. En nuestra mentalidad no cabía la posibilidad de mezclarse con alguien que no fuese de la misma sangre".

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