La Alianza también tiene una Comisión Tripartita con Afganistán y Paquistán para la prosecución de una peligrosa expansión de la guerra en Asia del Sur, y los líderes de defensa, militares y políticos de ambas naciones son regularmente convocados a las oficinas de la OTAN en Bélgica para participar en reuniones y recibir directivas.
Recientemente se anunció que Mongolia enviaba un contingente inicial de 130 soldados para servir en Afganistán bajo la OTAN.
El involucramiento de Mongolia en Irak y Afganistán ha ayudado a cimentar su alianza con Estados Unidos. Junto con Cazajistán Uzbequistán, Quirguicistán Tayiquistán y Turkmenistán, la guerra en Asia del Sur está siendo explorada por Washington y Bruselas para imponer sus estructuras militares en naciones vecinas de Rusia y China, a fin de cercar mejor a dos de los principales competidores de Occidente en esa región.
La guerra afgana no es ninguna guerra cualquiera. El ejército alemán ha podido entablar sus primeras operaciones de combate desde la derrota del Tercer Reich en 1945; también los soldados fineses entraron en combate por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial y las fuerzas suecas, tras un período de casi 200 años. El único beneficiario de esta conflagración es la tan rápidamente emergente OTAN global.
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